Páncreas artificial ¿una realidad?

Publicado el 7 de octubre de 2016

El páncreas endocrino (una parte pequeña de este órgano) es lo que deja de funcionar en las personas que vivimos con Diabetes Mellitus tipo 1 (DM1). Específicamente las células Beta productoras de insulina y con el tiempo, las células Alfa productoras de glucagón (la hormona opuesta a la insulina) dejan de funcionar, lo que repercute en nuestras glicemias.

Dado que el problema de la DM1 es la destrucción autoinmune de las células productoras de insulina, existen terapias como el reemplazo celular (“trasplante”) que no han sido efectivas ya que éstas vuelven a ser destruidas después de un tiempo. La cura de la DM1 se ve lejana, ya que aún se desconocen los mecanismos gatillantes exactos de esta condición y su base genética.

Pero, amigos míos, el panorama no es tan oscuro como se ve, existe un importante aparato tecnológico que está a la vuelta de la esquina: el páncreas artificial (PA).

Ahora que tengo su atención, clarificaré algunos conceptos importantes: primero, en medicina “a la vuelta de la esquina” quiere decir en algunos años (imposible saber cuántos, pero varios). Segundo, el páncreas tiene múltiples acciones, por lo que éste aparato sólo suplirá algunas de las funciones del páncreas endocrino, las que son responsables de mantener la glicemia dentro de los límites de la normalidad. Tercero, cuando este maravilloso invento esté disponible, pasarán muchos años antes de que esté perfeccionado y sea realmente lo que dice ser, al igual que sucede con toda clase de adelanto científico.

Pero, ¿y qué es el bendito PA? El páncreas artificial, o páncreas biónico como algunos prefieren, es un sistema interconectado compuesto por dos microinfusores de insulina (“bombas de insulina”), un sensor continuo de glucosa subcutáneo (“monitoreo continuo de glicemia”) y un “cerebro” que coordine todo. Uno de los microinfusores infunde insulina ultrarrápida (como una bomba de insulina normal) y el otro infunde glucagón (¿raro no?) con el objetivo, al igual que una perilla de volumen de un equipo de radio, de ajustar más o menos los valores de dichas hormonas. Esto es necesario dado que una vez que la insulina fue infundida, ya está hecho y, en caso de ser necesario, la hipoglicemia se puede prevenir con micro dosis de glucagón. El sensor de glucosa manda información al cerebro del equipo, el que puede ser un PC, iPad, o Smartphone y éste analiza la información y emite una orden que ejecutan los microinfusores, de manera coordinada.

Este sistema que lleva años en estudio (desde la década de los ‘70), recientemente ha logrado liberar de las inyecciones de insulina durante 36 horas continuas a personas con DM1 que durante ese tiempo ni siquiera recordaron el tener Diabetes; comieron, hicieron deporte y realizaron sus vidas sin grandes variaciones; sin preocuparse por hidratos de carbono ni dosis de insulina. El resultado: se mantuvo el promedio de glicemias que manejaban dichos individuos pero con hasta la mitad hipoglicemias, o sea, hasta demostró ser mejor que el control que tiene uno pensando. Existen numerosos grupos estudiando esto a nivel mundial, pero el que lidera el área y que realizó el estudio citado anteriormente es un grupo multinacional de Eslovenia, Alemania e Israel, guiados por el Dr. Moshe Phillips.

¿Y por qué aún no se cuenta con este aparato en el mercado? Bueno, por varias razones, la principal es porque la insulina normalmente producida cae directamente a la sangre mientras que la que infunde este aparato o la que nos inyectamos va al tejido subcutáneo (grasa debajo de la piel), lo que retarda su efecto. Así también, el sensor de glucosa mide en el líquido intersticial (líquido que rodea a las células) y no en el plasma (sangre), lo que también retrasa su lectura en aproximadamente 15-20 minutos; así, si sumamos los tiempos de desfase entre el sensor y la insulina tenemos aproximadamente 40 minutos entre que un cambio en los niveles de glucosa se produce y se hace algo para cambiarlo. Parece ser mucho. Y en esto llevan años buscando el algoritmo matemático capaz de “neutralizar” dichos factores. Además, hay limitaciones actuales como que el glucagón preparado para inyectar dura unas pocas horas y hay que estar abasteciendo al equipo seguido, el aparataje que implica (no es para usar un día en la playa) y el costo que tendría. Vale destacar también que el hecho de tener a este PA no sustituye la toma de glicemia capilar, ya que el sensor de glucosa se calibra con el ya tradicional pinchazo al dedo.

Lo que se está haciendo hoy en día, además de mejorar el software controlador, es desarrollar glucagones más estables que no requieran cambiarse a diario, insulinas que actúen más rápido y mejoras en los sensores para aumentar su exactitud.

En fin, ¿qué hay de nuevo en diabetes mellitus tipo 1? El páncreas artificial, de eso estoy seguro. ¿Cuándo? Lamentablemente no sé, pero el día que eso suceda seré el primero en probarlo.

Franco Giraudo Abarca

Con DM1 hace 20 años
Médico Asesor FDJ

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